INTERVENCIÓN DE ABEL PRIETO SOBRE EL SOCIALISMO CUBANO
APUNTES SOBRE EL SOCIALISMO CUBANO
(MESA DEBATE LA LUCHA POR EL SOCIALISMO EN AMÉRICA LATINA)
Quiero agradecer la invitación del Partido de los Trabajadores de Brasil y de la Fundación Perseu Abramo para intervenir en este debate. Envío un saludo especial a la compañera Iole Iliada, al compañero Valter Pomar y a los panelistas Tomás Moulian y Paul Oquist.
También me excuso por presentarles mi intervención grabada, ya que la plataforma Zoom no podemos utilizarla en Cuba a causa del bloqueo yanqui.
No voy a intentar hacer una exposición con pretensiones teóricas ni mucho menos abarcadoras de lo que ha significado el modelo cubano de socialismo, que no fue elaborado en un laboratorio ni copiado de otras experiencias. Fue gestándose a lo largo de muchos años de lucha, de resistencia, de choques frontales contra la primera potencia mundial, sus aliados y lacayos.
Voy a comentar algunos temas que considero útiles para el debate.
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Habría que empezar diciendo que el triunfo del socialismo en Cuba era algo que no estaba previsto en ningún manual. Una isla subdesarrollada del Caribe, sometida al dominio neocolonial de los Estados Unidos, con una industria limitada, reducida a la producción azucarera, al níquel, y no mucho más, con un proletariado escaso y una numerosa población campesina analfabeta, que trabajaba una parte del año, cuando había zafra, porque el resto del tiempo sufría lo que llamaban “tiempo muerto”. Un Partido comunista valiente, siempre asediado, con influencia en los sectores sindicales, pero no más allá. Un Partido, además, seguidor disciplinado de las orientaciones de Moscú, que no entendió el asalto al Moncada hasta mucho después de ocurrido.
Según el marxismo esquemático, no había condiciones objetivas para que se hiciera una revolución radical en Cuba. Por el contrario, para Fidel, Raúl y los demás jóvenes que asaltaron el Moncada, las condiciones subjetivas habían gestado en 1953 una propicia situación revolucionaria.
Hay una anotación estremecedora que hace el Che en su diario de campaña en Bolivia, exactamente el 26 de julio de 1967. Allí cuenta que esa noche les dio a los combatientes de la guerrilla “una pequeña charla sobre el significado del 26 de Julio; rebelión contra las oligarquías y contra los dogmas revolucionarios”. Una síntesis increíble de la doble ruptura que significó el Moncada: el inicio de una batalla frontal contra las fuerzas reaccionarias y un acto que volaba en pedazos todos los dogmas sobre cómo hacer una revolución.
Fue así: el Moncada rompió todos los dogmas, y la Revolución que llegó al poder en enero de 1959 rompió asimismo todos los dogmas. Aquella expresión de Mariátegui de que el socialismo tenía que ser en nuestras tierras “creación heroica”, se cumplió en Cuba al pie de la letra.
Fidel declaró el carácter socialista de la Revolución Cubana hace 60 años, el 16 de abril de 1961, en el entierro de las víctimas de los bombardeos que fueron el preludio de la invasión de Playa Girón.
Allí Fidel dijo que los imperialistas no podían perdonarnos que hubiéramos hecho una Revolución socialista en sus propias narices. Y convocó a la gente a que se sumara a los batallones de las milicias. Estamos dispuestos, dijo, a dar la vida por esta “Revolución socialista y democrática de los humildes, con los humildes y para los humildes”.
Ese fue un momento de una impresionante carga simbólica: el pueblo se movilizó ante el inminente ataque imperialista para defender la patria y para defender al propio tiempo el socialismo.
En dos años y poco más de tres meses, es decir, entre el 1º de enero de 1959 y el 16 de abril de 1961, el proceso revolucionario había desmontado los efectos culturales de muchas décadas de república neocolonial, de anticomunismo, de macartismo, de exaltación del modelo de vida yanqui a través de todos los medios.
El pueblo supo qué era efectivamente el socialismo, no a través de manuales ni de escuelas de instrucción revolucionaria, sino por los discursos de Fidel, por el impacto de las medidas que fueron adoptándose y por la participación comprometida y consciente en el proceso.
Se repusieron en sus puestos a los miles de trabajadores que habían sido expulsados de las fábricas durante la tiranía. Se aplicó una fuerte rebaja de los alquileres de viviendas y se firmó la Ley de Reforma Urbana. Las leyes de Reforma Agraria beneficiaron al sector más explotado y desamparado de Cuba: los campesinos. El país se llenó de escuelas y de libros. En un solo año, en el propio 61, se erradicó el analfabetismo.
(2)
La agresividad de los Estados Unidos se inició desde el mismo 1959. La soberbia imperial se sintió particularmente herida con la quiebra de la dependencia que nos había atado a la potencia del Norte desde finales del siglo XIX y con las nacionalizaciones de refinerías que se negaron a procesar petróleo soviético, de las compañías de electricidad y teléfonos, de latifundios, centrales azucareros y otras propiedades norteamericanas en la Isla.
El 6 de julio de 1960 Eisenhower firma la Ley que suspende la compra de azúcar cubana por Estados Unidos.
El 9 de septiembre de 1960 se descubren ocho complots para asesinar a Fidel.
El 3 de enero de 1961 Estados Unidos rompe sus relaciones con Cuba y cierra su embajada en la Habana.
El bloqueo total contra Cuba fue impuesto por Kennedy el 7 de febrero de 1962. Durante los 60 años del bloqueo, Cuba ha perdido más de 930 mil millones de dólares estadounidenses. Este cerco de los yanquis afecta a todos los sectores de la economía cubana con pérdidas millonarias e impide el acceso a materiales, productos y servicios del mercado internacional, imprescindibles para la Isla. En la etapa de Trump se aplicaron 240 medidas adicionales de asfixia, más perversas teniendo en cuenta la pandemia. La administración Biden no ha modificado nada.
Inmediatamente después del triunfo del 59 empezaron los sabotajes, la infiltración de terroristas, el bombardeo de cañaverales con materiales incendiarios, el secuestro de aviones civiles, los ataques piratas a nuestras costas, a buques mercantes, a barcos de pesca, el asesinato de diplomáticos cubanos, el financiamiento de grupos armados en las montañas (gente que mató campesinos, maestros, familias enteras). En 1960 hicieron estallar en el puerto de la Habana el vapor francés La Coubre, que provocó más de 100 muertos y gran número de heridos. Hubo sabotajes en refinerías, cines y tiendas para crear una atmósfera de pánico. Lo más monstruoso fue el atentado contra un avión civil cubano en pleno vuelo, en 1976, que costó 73 vidas inocentes.
A estas acciones hay que sumarle las bombas que pusieron en 1997 en hoteles e instalaciones turísticas para espantar al turismo y despojarnos de una de las pocas fuentes de divisas que teníamos.
Los sucesivos gobiernos de EEUU se ensañaron también contra nosotros a través de la guerra biológica: el virus de la fiebre porcina africana; plagas para dañar las plantaciones de tabaco, caña de azúcar, plátano, frijol, y para arruinar la apicultura, la cría de conejos y los programas para desarrollar el ganado vacuno.
El dengue hemorrágico, creado en un laboratorio, fue introducido en Cuba en 1984 (algo reconocido por un dirigente de la organización terrorista Omega 7). Más de 350 mil personas fueron contaminadas con ese virus. Murieron 158, entre ellos 101 niños. Algo muy cruel.
Y cuando se derrumbaron la URSS y los países del campo socialista, nuestros principales socios comerciales, los yanquis aprobaron de manera oportunista y brutal nuevas leyes para rendirnos por hambre: la Torricelli y la Helms-Burton.
(3)
La construcción de la unidad entre los revolucionarios ha sido un factor clave en nuestro socialismo y en nuestra resistencia.
Tres fuerzas se enfrentaron a la dictadura batistiana: el Movimiento 26 de Julio, el Partido Socialista Popular (comunista) y el Directorio Estudiantil Universitario. Después del triunfo del 59, se lleva a cabo una labor de mucha trascendencia para lograr la unidad entre ellas. Se constituyen, primero, en 1961, las Organizaciones Revolucionarias Integradas; luego, en 1962, el Partido Unido de la Revolución Socialista de Cuba, que se convierte finalmente, en 1965, en el Partido Comunista de Cuba.
Esta construcción de la unidad es obra de Fidel. Quizás una de sus obras mayores. Se inspiró para ello, como para tantas otras cosas, en Martí, que unió a los cubanos independentistas de las distintas generaciones para crear el Partido Revolucionario Cubano en 1892, que guiaría la guerra contra España y contra los planes siniestros del joven Imperio del Norte.
El abrumador respaldo del pueblo a nuestro Partido quedó expresado en el referendo constitucional del pasado 28 de febrero de 2019, donde el 86,85% de los electores aprobó la nueva Carta Magna.
La Constitución define a nuestro Partido como “vanguardia organizada de la nación cubana” y “la fuerza política dirigente superior de la sociedad y del Estado”. No se trata, como es obvio, de un Partido electoral. No postula candidatos a las Asambleas Municipales ni a la Asamblea Nacional. Tiene un gran prestigio a nivel popular; porque sus militantes no gozan de ningún tipo de privilegio y están obligados moralmente a enfrentar las tareas más complejas.
El Partido ha rectificado cualquier manifestación excluyente, sectaria, de dogmatismo. En una época, por ejemplo, los religiosos no podían ingresar al Partido. Esto se modificó, y fue un paso de enorme significación.
Algo similar pasó con el tema de la homosexualidad, donde había prejuicios. Desde hace muchos años, el Partido excluyó de sus mecanismos de selección e ingreso esta limitación e ingresaron homosexuales conocidos en nuestro Comité Central.
En el proyecto de nueva constitución que sometimos a debate popular incluimos el matrimonio igualitario. Hubo sectores religiosos y gente machista que se opuso muy tajantemente a aprobar esta opción. La solución que encontró la Comisión de la Asamblea Nacional para este problema fue correcta: se acordó incluir el matrimonio igualitario en el Código de Familia que se someterá a votación en un futuro cercano.
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A principios de la Revolución creíamos que el hombre nuevo de que hablaba el Che estaba al doblar de la esquina. Con el tiempo fuimos aprendiendo que, en la gente, junto a rasgos admirables, junto a verdaderas anticipaciones de ese hombre nuevo soñado, convivían del mismo modo posiciones egoístas, mezquinas y actitudes inaceptables. En el llamado “período especial” de los años 90 del siglo pasado, cuando se derrumbó el campo socialista y se deshizo la URSS, florecieron aquí, con la crisis, vicios que creíamos extirpados. Renació la prostitución, el proxenetismo, formas de corrupción mucho más graves que en otras épocas. Hubo, sin duda, retrocesos éticos.
Esto derivó hacia un análisis integral, muy a fondo, de todos los instrumentos educativos que estábamos usando. Hubo una atención diferenciada por los trabajadores sociales de las familias disfuncionales. Se multiplicó la labor de reeducación entre adolescentes y jóvenes.
Ya Fidel había convocado antes a la rectificación de errores y tendencias negativas que se advertían en la conducción de las empresas y en la economía en general. Fue una dura batalla contra la burocracia, la corrupción y el economicismo.
Más adelante, como ustedes seguramente conocen, hemos emprendido transformaciones muy audaces en el campo económico, que incluyen en nuestro sistema un papel complementario a formas no estatales en la producción y los servicios y a la inversión extranjera. Por supuesto, los medios fundamentales de producción siguen y seguirán en manos del Estado. Y es la empresa estatal socialista, ahora con nuevas atribuciones que le dan una amplia libertad de acción, la pieza fundamental para que el país salga adelante.
Por supuesto, el bloqueo de los Estados Unidos, reforzado hasta límites inimaginables por Trump, sigue siendo un obstáculo colosal para que nuestro país logre desarrollarse.
Entre nuestras prioridades fundamentales, está el aumento de la producción de alimentos, la utilización de las ciencias en todos los campos, la sustitución de importaciones, la construcción de viviendas con nuevos métodos, la recuperación del turismo (en la medida en que la pandemia lo permita) y la aplicación exitosa de la profunda reforma económica conocida como Tarea Ordenamiento, con una atención particular y diferenciada a las personas vulnerables. Los principios fundacionales de la Revolución Cubana, “de los humildes, con los humildes y para los humildes”, mantienen plena vigencia.
(5)
El núcleo central del sistema político cubano descansa en la Asamblea Municipal. Sus integrantes son nominados en reuniones barriales, directamente por los vecinos, y elegidos por voto directo y secreto por todos los pobladores del municipio. Los candidatos a diputados de la Asamblea Nacional deben ser aprobados por cada Asamblea Municipal y por los ciudadanos del municipio. Todos ellos pueden ser revocados por incumplimiento de sus deberes como servidores del pueblo.
Una contribución a nuestra democracia participativa proviene de la sociedad civil revolucionaria. Estas organizaciones no estatales han tenido un peso importantísimo en el debate popular de los temas más apremiantes y en facilitar la comunicación de las bases con los dirigentes de la Revolución.
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El tema de los derechos humanos ha sido manipulado hasta la saciedad para juzgar a Cuba. Los principales violadores de esos derechos en el mundo, los que practican el genocidio y emprenden guerras de saqueo con el pretexto de exportar la “democracia”, los que han apoyado dictaduras sangrientas en todas las regiones del planeta, los que legalizaron y practicaron la tortura en nombre de la sacrosanta “seguridad nacional”, se erigen en jueces de Cuba.
Un derecho humano básico, el derecho a la vida, ha sido una prioridad de nuestro socialismo, y los resultados son palpables. La mortalidad infantil en Cuba, en un año marcado por la Covid-19, fue de 4,9 por cada mil nacidos vivos, lo que nos sitúa entre los 35 países con mejores indicadores en esta materia. En cuanto a la pandemia, aunque estamos atravesando por un rebrote, tenemos uno de los más bajos índices de letalidad del mundo.
Ni siquiera en el llamado “período especial”, en los años 90 del siglo pasado, se deterioraron los índices de mortalidad infantil y materna.
Salud universal y gratuita para todos los ciudadanos sin excepción, educación universal y gratuita para todos sin excepción, son pilares del socialismo cubano.
El derecho a un empleo digno, a una vivienda, al acceso a la cultura, a participar activamente en el destino de tu país y no a través del voto formal y de manipulaciones cada vez más sofisticadas, todos estos derechos los ha garantizado y los garantiza la Revolución Cubana.
(7)
Uno de los rasgos centrales de nuestro socialismo es el internacionalismo.
Cuando triunfa la Revolución Cubana, todavía los argelinos estaban luchando contra el colonialismo francés. Y Cuba envía un barco con armas para los luchadores argelinos y ese barco regresa cargado con un centenar de niños huérfanos que fueron atendidos y educados en la Isla. Después de la victoria de Argelia, en 1962, ese fue el primer país en recibir ayuda médica solidaria de Cuba. En 1963, combatientes internacionalistas cubanos participaron en el rechazo de la agresión de Marruecos contra Argelia.
La Revolución Cubana tuvo un papel decisivo en África, en que Angola pudiera mantenerse como Estado soberano, en la independencia de Namibia y en el descalabro del apartheid. En su visita a nuestro país, en 1991, Mandela habló de cómo en África “estamos acostumbrados a ser víctimas de otros países que quieren desgajar nuestro territorio o subvertir nuestra soberanía”. Y añadió: “Los internacionalistas cubanos hicieron una contribución a la independencia, la libertad y la justicia en África que no tiene paralelo por los principios y el desinterés que la caracterizan.”
Mandela dijo algo más, de mucho alcance: el internacionalismo no es patrimonio exclusivo de la dirigencia de Cuba; sino de todo el pueblo. En la conciencia de la población cubana se arraigó la idea de que apoyar a otros pueblos, con médicos, con maestros, con soldados, forma parte de un deber revolucionario elemental. Recuerdo que, en Nicaragua, en la época en que los yanquis les hacían a los sandinistas la guerra sucia a través de la “contra”, asesinaron a un maestro cubano en una región intrincada; y al día siguiente se ofrecieron espontáneamente 100 mil maestros para ocupar el puesto, en la misma región, del maestro asesinado.
Cuando el ciclón Katrina arrasó Nueva Orleans, en 2005, se constituyó en Cuba el contingente Henry Reeve y se ofreció al gobierno estadounidense que 1600 médicos viajaran a EEUU para ayudar. Pero no aceptaron. Prefirieron que aquel desastre humanitario continuara antes que humillarse recibiendo ayuda de un enemigo tan aborrecido.
Guatemala, arrasada por el huracán “Stan”; Pakistán, tras el terrible terremoto que afectó la región de Cachemira; Haití, víctima de terremotos, huracanes y epidemias como el cólera; Sierra Leona, Liberia y Guinea Conakry, con el brote letal del ébola; todos esos países recibieron el respaldo del contingente Henry Reeve.
Los médicos cubanos han ayudado al enfrentamiento a la Covid-19 en muchos lugares del mundo. Aunque la maquinaria mediática reaccionaria ha tratado de desprestigiarlos, nuestros médicos han ido dejando en todas partes lecciones de nobleza y solidaridad.
El internacionalismo de Cuba se ha manifestado igualmente en la formación de médicos en nuestro país. Desde 1960 hasta hoy Cuba ha formado más de 37 mil 200 profesionales de la salud de 147 países.
La ayuda que prestó Cuba a los niños afectados por la explosión de la central nuclear de Chernóbil, Ucrania, es una página solidaria que nos enorgullece.
Una de las esferas donde la superioridad del socialismo sobre el capitalismo se revela de manera más clara es la de salud. Si la industria farmacéutica es un negocio, si los servicios de salud son un negocio, si el paciente es visto como un cliente, todo termina siendo un chiste macabro.
La pandemia ha sacado a flote la tragedia del neoliberalismo de un modo muy dramático. Las desigualdades se han profundizado como nunca antes. Los más débiles, los discriminados, los indígenas, los inmigrantes, los que viven en situación de calle o en chozas insalubres o bajo los puentes o en túneles, han sido acorralados por la enfermedad y destinados a esperar la muerte sin remedio.
Ahora mismo, ante nuestros ojos, el “sálvese quien pueda” neoliberal cobra protagonismo en la pugna por las vacunas.
Algunos valiosos intelectuales han pronosticado un mundo post-pandemia más justo, en el cual las ideas de igualdad y justicia se abrirán paso por entre las ruinas de la catástrofe. Son quizás demasiado optimistas. Ese mundo post-pandemia superior va a depender en gran medida de lo que podamos hacer los que luchamos por el socialismo. Pocas veces ha cobrado tanto sentido aquella frase de Rosa Luxemburgo: “socialismo o barbarie”.
Por otra parte, el neofascismo cobra fuerza, se organiza, recluta nuevamente a personas furiosas y desesperadas, promueve el racismo, la xenofobia, el fanatismo.
Cuando en enero de 2003, en un evento internacional sobre Martí, en medio de la cruzada mundial contra el terrorismo de Bush, los visitantes extranjeros le preguntaron a Fidel qué se podía hacer, Fidel dijo: “sembrar ideas, sembrar conciencia”. Lo repitió tres veces.
Creo que, con esta mesa debate, estamos sembrando ideas y conciencia. Y debemos seguirlo haciendo.
Muchas gracias.
Abel Prieto, la Habana, 10 de abril de 2021.